15 de mayo de 2015

EXTRAÑAS CASUALIDADES (4)


-Hennig Brandt (1630-1692), comerciante y alquimista hamburgués, perdía su tiempo, gracias a la dote de su esposa, en buscar la piedra filosofal, esa codiciada sustancia que convertía los metales en oro. Estaba convencido que lograría destilar oro en la orina. Lo primero era conseguir el máximo de materia prima que pudiese.

De diversas maneras reunió cincuenta cubos de orina humana, y durante  meses, los procesó de mil maneras: tamizado, suspensión, mezclado, calentado, en cocción, etc. Con cada manipulación, la orina se iba trasformando en distintas sustancias níveas o translúcidas, pero de oro nada.

Una noche, decepcionado y cansado, apagó la vela que iluminaba su sótano y comprobó con asombro que la última sustancia que había procesado, brillaba en la oscuridad. La sacó a la calle, y al exponerla al aire, ardió espontáneamente. Acababa de inventar el fósforo.

Su invento tenía un problema, era más caro que el oro. Para abaratar costes, se intentó usar la orina de los soldados, pero tampoco era rentable. En 1750, Carl Scheele, inventó un método de fabricación sin orina y a precios más económicos.

Doscientos años después, Adolf Von Baeyer (1835-1917), que se dedicaba al estudio de los cálculos renales y de los derivados de la urea, necesitaba también, para su trabajo, grandes cantidades de orina. Para ello convenció a Bárbara, camarera de Múnich, que le guardase toda su orina en unas garrafas. Gracias a ella, pudo seguir sus experimentos y obtener un nuevo ácido al condensar la urea con el ácido malónico.  En agradecimiento, la sustancia llevó el nombre de la camarera, “ácido barbitúrico”. Con este descubrimiento ganó el Premio Nobel de Química en 1905.

-Un día, un empleado de una fábrica de papel, olvidó añadir cola durante el proceso de fabricación de papel de escritura. El resultado fue que tuvo que apartar ese papel y almacenarlo como inservible. Por todo ello, el empleado fue despedido.

Poco tiempo después, el propietario de la fábrica utilizó una de esas hojas de papel para secar unas gotas de tinta que se había derramado. Al instante se dio cuenta de que ese papel absorbía rápidamente el líquido esparcido. De esa casualidad nació el “papel secante”.

-Sylan N. Godman, propietario de una cadena de supermercados, se percató de que los clientes se dirigían a las cajas registradoras con las bolsas medio llenas porque se rompían, eso impedía a los clientes caminar con comodidad por los pasillos.

Para facilitar esas compras a sus clientes, inventó un carro que consistía en una silla plegable a la que añadió unas ruedas y una cesta de alambre. Tuvo tanto éxito que, con ayuda de Fred Young, mecánico, fundó en 1947 una fábrica de carros de la compra, la llamaron “Folding Carrier”.



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