12 de abril de 2012

EL HOGAR DEL CANGREJO ERMITAÑO


Los ejemplares pequeños del “Pagurus bernhardus” o cangrejo ermitaño común suelen ser vistos por las charcas de las playas, fondos de arena intermedia e inferior.

Siempre llevan el abdomen, blando y vulnerable, protegido dentro de la concha vacía de algunos gasterópodos como Nucella lapillus u otros más pequeños, a eso se le llama tanatocresis.

El abdomen espiral del ermitaño se encuentra perfectamente adaptado para alojarse en la concha curvada del molusco, y se mantiene en su sitio por medio de unos urópodos modificados que se hallan al final de la sección abdominal. Cuando el ermitaño se retira al interior de su caracola, emplea la mayor de sus pinzas (normalmente la derecha) para bloquear la entrada.

Según va creciendo el crustáceo se ve en la necesidad de buscar una concha más grande, y por ello, al aumentar de tamaño suele emigrar hacia aguas más profundas, eligiendo entonces la caracola Buccinum undatum.

Cuando un ermitaño busca un nuevo alojamiento suele examinar con cuidado tanto el exterior como el interior de la concha, antes de encontrar una que sea de su gusto. Una vez encontrada, procede a abandonar la antigua, y rápidamente se introduce en la nueva, puesto que mientras hace el cambio, privado de la protección de una caracola, el crustáceo es sumamente frágil.

Los grandes cangrejos ermitaños establecen asociaciones con otros seres vivientes, tanto fuera de su caparazón como dentro de él. Así, por ejemplo, pueden cubrir su concha una colonia de hidrozoos, la Hydractina echinata, o la anémona de mar Calliactis parasítica.

Para estos celéntereos resulta muy ventajoso habitar en un medio que se desplaza, como es la caracola del ermitaño, el cual en su marcha hace que se levanten del fondo numerosos animalitos, algunos de los cuales son apresados por la anémona y el hidroide.

A cambio de esto, la anémona concede al ermitaño cierta protección, ya que los peces que se acerquen al cangrejo se arriesgan a sufrir los pinchazos de las numerosas células urticantes que poseen los tentáculos de la actinia (tomate de mar).

Conviviendo dentro de la misma concha que el ermitaño, suele encontrarse un nereido (especie de gusano), Nereis fucata, que a menudo suele sacar la cabeza cuando el cangrejo se alimenta, a fin de poder nutrirse también.

Se alimentan de caracoles acuáticos, mejillones, gusanos, pequeños crustáceos, larvas, plantas entremezcladas con arena y desechos tóxicos.

2 comentarios :

Erna Ehlert DICE

Me ha gustado mucho tu entrada de hoy.
Sobre todo por enseñarme algo más del cangrejo eremitaño.

Saludos

Ana DICE

Erna muchas gracias, es curioso el cangrejo. Un beso.