15 de diciembre de 2014

ALCANZADOS POR UN RAYO


Roy Cleveland (1912-1983), guardabosques de Virginia, Estados Unidos, fue alcanzado por un rayo en 1942, le impactó en la pierna y perdió la uña del dedo gordo del pie. En 1969, un rayo cayó sobre la ventana abierta de su furgoneta descapotable, se le quemaron las cejas y perdió las pestañas. En 1970, se encontraba en la puerta de su casa y un rayo lo alcanzó provocándole quemaduras en un hombro. En 1972, otro rayó cayó sobre él cuando se encontraba en su trabajo, se quemó el cabello. En 1973, un quinto rayo le cayó sobre la cabeza, otra vez se quemó el cabello y las piernas. En 1974, el sexto rayo lo alcanzó en campo abierto y le quemo un tobillo. El último rayo le cayó en 1977, mientras se encontraba pescando en el lago del parque, tuvo que ser hospitalizado con quemaduras en el pecho y el estomago. El 28 de septiembre de 1983, cuando contaba con setenta y un años, se suicido disparándose un tiro en el estomago con su escopeta, después de que su esposa (a ella también la había alcanzado un rayo mientras tendía la ropa mojada en una cuerda en el patio de su casa) lo abandonase.

Edwin Robinson, contaba en 1980 con nueve años, un accidente lo había dejado ciego, recupero la vista después de ser alcanzado por un rayo.

En 1899, un rayo mató a un hombre que se encontraba en su jardín en Taranto, Italia. Treinta años después, su hijo murió en el mismo sitio y por también por un rayo. En 1949, Rolla Primarda, nieto de la primera víctima e hijo de la segunda, murió víctima de un rayo en el mismo lugar.

En 1918, durante la Primera Guerra Mundial, el mayor Summerford, oficial británico, salió despedido de su caballo después de ser alcanzado por un rayo que le dejó paralizado de la cintura para abajo. Se retiró y se fue a vivir a Canadá. En 1924, mientras pescaba en un río, un rayo cayó sobre el árbol en el que estaba sentado y le paralizó el lado derecho del cuerpo. En 1930, bastante recuperado, salió a dar un paseo por el parque, de nuevo fue alcanzado por un rayo, que lo paralizó totalmente. Murió dos años después. Lo más sorprendente de esta historia es que, cuatro años más tarde, durante una tormenta, un rayo cayó en el cementerio y destruyó su lápida.

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